martes, diciembre 30, 2008

Los que se quieren comer el mundo



Inmersos en una enorme crisis del capitalismo, madre de muchas crisis convergentes, se rescata con dinero público a las más grandes empresas privadas del planeta, mientras siguen aumentando los pobres y hambrientos y el caos climático. Según el economista Andrés Barreda, estamos en una crisis de brutal sobreacumulación capitalista: gigantesco vómito de quienes creyeron que se podían tragar el mundo, pero no pudieron digerirlo.

Largamente acuñadas, las crisis actuales tienen un contexto de concentración creciente del poder corporativo, apropiación de recursos naturales y desregulación o leyes en favor de empresas y especuladores financieros, que ha aumentado sin pausa en las últimas décadas. En 2003, el valor global de fusiones y adquisiciones fue un millón 300 mil millones de dólares (1.3 billones). En 2007 llegó a 4 mil 48 billones. En la industria alimentaria, el valor de las fusiones y compras entre empresas se duplicó de 2005 a 2007, llegando a 200 mil millones de dólares. La debacle financiera terminó con algunas de ellas, favoreciendo oligopolios aún más cerrados.

¿Qué significa esto para la gente común? El informe del Grupo ETC De quién es la naturaleza (www.etcgroup.org) ofrece un análisis en el contexto histórico de la concentración corporativa de sectores clave en las últimas tres décadas. Desde entonces, el Grupo ETC ha seguido las maniobras de mercado de las autodenominadas “industrias de la vida”, (biotecnología en agricultura, alimentación y farmacéutica). En el nuevo informe, se agregan las empresas detrás de la convergencia de biotecnología con nanotecnología y biología sintética, que promueven nuevas generaciones de agrocombustibles y más allá: intentan generar una economía pospetrolera basada en el uso de carbohidratos y vida artificial.

El sector agroalimentario sigue siendo uno de los ejemplos más devastadores, por ser un rubro esencial: nadie puede vivir sin comer. Es, además, el mayor “mercado” del mundo. Por ambas razones, las trasnacionales se lanzaron agresivamente a controlarlo. En las últimas 3-4 décadas, pasó de estar altamente descentralizado, fundamentalmente en manos de pequeños agricultores y mercados locales y nacionales, a ser uno de los sectores industriales globales con mayor concentración corporativa. Para ello fue necesario un cambio radical en las formas de producción y comercio de alimentos. Gracias a los tratados de “libre” comercio, la agricultura y los alimentos se transformaron de más en más en mercancías de exportación en un mercado global controlado por una veintena de trasnacionales.

Según un informe de la FAO sobre mercados de productos básicos, a principios de la década de 1960, los países del sur global tenían un excedente comercial agrícola cercano a 7 mil millones de dólares anuales. Para fines de los 80 el excedente había desaparecido. Hoy todos los países de sur son importadores netos de alimentos.

En la década de 1960, casi la totalidad de las semillas estaban en manos de agricultores o instituciones públicas. Hoy, 82 por ciento del mercado comercial de semillas está bajo propiedad intelectual y 10 empresas controlan 67 por ciento de ese rubro. Estas grandes semilleras (Monsanto, Syngenta, DuPont, Bayer, etcétera) son además propiedad de fabricantes de agrotóxicos, rubro en el cual las 10 mayores empresas controlan 89 por ciento del mercado global. Que a su vez están representadas entre las 10 más grandes en farmacéutica veterinaria, que controlan 63 por ciento del rubro.

Los 10 mayores procesadores de alimentos (Nestlé, PepsiCo, Kraft Foods, CocaCola, Unilever, Tyson Foods, Cargill, Mars, ADM, Danone) controlan 26 por ciento del mercado, y 100 cadenas de ventas directas al consumidor controlan 40 por ciento del mercado global. Parece “poco” en comparación, pero son volúmenes de venta inmensamente mayores. En 2002, las ventas globales de semillas y agroquímicos fueron de 29 mil millones de dólares; las de procesadores de alimentos, 259 mil millones, y las de cadenas de ventas al consumidor, 501 mil millones. En 2007, esos tres sectores aumentaron respectivamente a 49 mil millones; 339 mil millones y 720 mil millones de dólares. De las semillas al supermercado, las trasnacionales dictan o pretenden dictar qué plantar, cómo comerlo y dónde comprarlo. Frente a las crisis nos recetan más de lo mismo: más industrialización, más químicos, más transgénicos y otras tecnologías de alto riesgo, y más libre comercio. No es extraño, ya que todas están entre los que más han lucrado con el aumento de precios y hambrunas: obtuvieron ganancias que van hasta 108 por ciento más que en años anteriores. Pero pese a que pretenden controlar todo, mil 200 millones de campesinos siguen teniendo sus propias semillas, y aunque Wal Mart sea la empresa más grande del mundo, 85 por ciento de la producción global de alimentos se consume cerca de donde se siembra –la mayoría en el mercado informal.

*investigadora del Grupo ETC

http://www.jornada.unam.mx/2008/12/06/index.php?section=opinion&article=029a1eco



Novedad editorial
"El mundo según Monsanto", de Marie-Monique Robin





¿Sabemos lo que comemos? Monsanto comercializa el 90% de los alimentos transgénicos. El rostro más peligroso del progreso global.

Una crítica demoledora sobre la actividad de la multinacional norteamericana Monsanto, la empresa líder en la producción de alimentos transgénicos (OGM).

«Todos los ciudadanos del mundo deben tomar conciencia de lo que está ocurriendo con la alimentación» (Marie-Monique Robin).

Con una destacada presencia en más de 46 países y unos beneficios impresionantes, Monsanto se ha convertido en la empresa líder de los organismos genéticamente modificados (OGM), así como en una de las compañías más controvertidas de la industria mundial por la fabricación de PCB (piraleno), devastadores herbicidas (como el agente naranja durante la guerra de Vietnam) o la hormona de crecimiento bovino (prohibida en Europa).
Desde 1901, fecha de su fundación, la empresa de Missouri ha ido acumulando infinidad de procesos penales debido a la toxicidad de sus productos, aunque hoy se presenta como una empresa de «ciencias de la vida» reconvertida a las virtudes del desarrollo sostenible. Gracias a la comercialización de las semillas transgénicas (más del 90% del mercado mundial), Monsanto no sólo controla una parte importante de la alimentación mundial y la forma en que se produce, sino que pretende extender su poder sobre las formas de vida tradicionales de una parte importante del planeta.
Basándose en documentos inéditos, testimonios de afectados y víctimas, campesinos, reconocidos científicos y destacados políticos, El mundo según Monsanto reconstruye la génesis y desarrollo de este gigante industrial, la primera productora mundial de semillas, una empresa que según declaran sus responsables «sólo quiere nuestro bienestar».

  • 1er capítulo (PDF)
  • Traducción:
    Beatriz Morales
  • Autores de Capítulos

    Marie-Monique Robin es periodista, documen-talista y directora de cine. Premio Albert-Londres (1995) por sus trabajos de investigación, ha realizado reportajes para los principales canales de televisión de Francia y otros países siempre sobre temas de interés y contenido social.
    Autora de varios libros, ha rodado más de 50 reportajes en todo el mundo y ha sido premiada en varios festivales de cine documental. Consultora y experta en varios juicios abiertos en América Latina y Europa, sus polémicas y rigurosas investigaciones han suscitado el interés mundial y han sido soporte para muchos procesos penales.

http://www.edicionespeninsula.com/

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