martes, octubre 19, 2004

EL COMANDANTE QUEVEDO

Carmelo Ruiz Marrero
Especial para CLARIDAD, 14 de octubre 2004

Conocí al pianista isabelino Luis Quevedo, alias "El Comandante", por obra y gracia del Taller de Jazz Don Pedro hace apenas unos meses en el Nuyorican Café. Me lo presentó Ramón Soto Vélez, custodio del Taller y amante del jazz como ningún otro, justo antes de subir al escenario. Un señor agradable, sencillo y carente de pretensión alguna. Pero cuando comenzó a tocar se transformó en todo un tiburón del oceano jazzístico, un legítimo portador de la tradición pianística boricua, no menos brillante que Noro Morales, Rogelio Ramírez y Hilton Ruiz. Como diría Ramón, todo un cronopio.

Solo o acompañado, Quevedo explora de manera temeraria un sinfín de combinaciones armónicas y rítmicas. En las palabras de Ana Vélez, autora del libro de dos volúmenes "En Torno al Jazz": "Ese sonido articulado sobre un tiempo débil y prolongado hacia un tiempo fuerte lo inspiró a canalizar sus energías hasta producir acordes vibrantes que el público aplaude con entusiasmo."

Quevedo mostró proeza y promesa musical muy temprano en su vida. Ya a los once estudiaba piano, armonía y banda. A los catorce dio su primer concierto en la sala de actos del Colegio San Antonio, acompañado por el timbalista Rafael Miranda. De 1963 a 1968 dirigió el Sexteto Moderno. Sus variadísimas influencias musicales van desde Rafael Ithier, Eddie Palmieri, Ricardo Ray, Tito Puente, Lito Peña y Luisito Benjamín hasta Cal Tjader, Django Reinhardt, George Shearing, Claire Fischer, Bill Evans y Juancito Torres. Pero para El Comandante, los pianistas Oscar Peterson y Chick Corea son lo más grandioso.

Un punto importante en su carrera fue en 1979, cuando se fue a tocar a la banda Club Caribe del hotel Caribe Hilton, dirigida por el trompetista Mario Ortiz. Allí tuvo la gran oportunidad y grata experiencia de trabajar con artistas de alto calibre como la cantante Nancy Wilson y el internacionalmente aclamado contrabajista boricua Eddie Gómez.

En la década de los 80 comenzó la fructífera y mutuamente beneficiosa relación entre Quevedo y el Taller de Jazz Don Pedro. Una institución extraordinaria y única en su clase, el Taller ha producido en sus tres décadas de existencia, conciertos de Buster Williams, Billy Higgins, Betty Carter, Tito Puente, los hermanos Heath, Gato Barbieri y el inigualable Dexter Gordon.

Para esos años el Taller tenía su sede en la calle Esteban González del barrio Santa Rita de Río Piedras, cerquitta del Burger King de los Poetas. Ese lugar mágico era una tienda de discos, un espacio de ensayo para músicos y estudiantes y un punto de reunión para los amantes del jazz. Para entonces el local una madre con su hijo de 14 años. Le dijo a Ramón que el nene era saxofonista y que quería aprender jazz. Se le dio la bienvenida y ahí comenzó su épico viaje musical. De hecho, el primer concierto del Taller de Jazz Don Pedro al que asistí fue en 1986 en el Colegio de Abogados (la primera vez que puse el pie en ese edificio) y la estrella del evento fue precisamente ese mismo joven saxofonista. Su nombre es David Sánchez, hoy día un jazzista internacionalmente reconocido. Sánchez, que entonces apenas comenzaba su carrera, tocó junto con El Comandante en un concierto organizado por el Taller que tomó lugar en El Patio de Sam,

¿Quién en Puerto Rico no ha escuchado al Comandante Quevedo tocar, si aparece "hasta en la sopa"? Ha pertenecido a las bandas de Jerry González, Papo Vázquez, los Majaderos de Cachete Maldonado y el Taller Experimental de Héctor Venero y ha sido pianista y/o arreglista con Lucecita Benítez, Danny Rivera, Antonio Cabán Vale "El Topo", el fallecido salsero Frankie Ruiz, y otros muchos otros.

Ahora el Taller de Jazz Don Pedro nos ofrece un disco compacto de Quevedo tocando sin acompañamiento, titulado con su nombre. Incluye composiciones originales como "Sal Si Puedes", "Por qué Siempre la Contraria", "Ayer y Hoy", "Mañana de Abril" y "Bomba Taína", al igual que temas de otros autores, como "El Cumbachero" de Rafael Hernández.

Citando de nuevo a Ana Vélez, en este disco "se evidencia el estilo musical auténtico del puertorriqueño talentoso que posee el dominio pianístico que cautiva la imaginación y el sentimiento del público."

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