viernes, agosto 06, 2004


Por Ricardo Barbetti

Mientras usted lee esto están quemando vivos pichones de tucanes, loros, colibríes y de pájaros carpinteros en sus nidos y de muchas otras aves, en las provincia de Misiones, Salta, Formosa, Chaco y otras, como consecuencia de cortar y quemar selva.

Y queman vivas miles de orquídeas, helechos enormes, begonias, cactus, peperomias, bromeliáceas, una diversidad extraordinaria de plantas. Y cortan y queman árboles inmensos, de varios siglos de edad, de más de 25 metros de alto, ya eran adultos cuando América era desconocida en Europa, y lianas con flores maravillosas. Por todo esto se están quedando sin lugar para vivir a su manera poblaciones de guaraníes y otros aborígenes, que son entonces obligados a trabajar para otros y así pierden sus conocimientos de plantas medicinales, de los animales, de espiritualidad y todo su modo de vida y su sabiduría de lo que podemos aprender muchas cosas que son mejores y mas sanas que muchas de las rutinas y modas modernas. Mucha gente no aborígen sabe muy poco de la selva, la llaman "monte" con desprecio, creen que es inutil, fea, llena de bichos que pican. Tienen prejuicios en contra de la selva, piensan que lo primero que hay que hacer es quemarla. Los animales que se escapan de este desastre: monos, aves, tapires, pecaríes, ciervitos, mariposas y muchos otros, quedan sin lugar para vivir, comer, refugiarse, reproducirse. Miles de intrusos queman selva para hacer sus chacras. La destrucción es inmensa. Y quieren destruir la aldea guaraní Yryapú y su territorio ancestral para hacer instalaciones turísticas, que se pueden hacer en lugares que ya están destruidos desde hace mucho tiempo y donde no hay ninguna aldea.


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